“Come together” era la canción que interpretaban tres hombres en el salón de música y la culpable de que las ventanas del salón retumbaran. Un joven de 17 años tocaba la guitarra acústica, sentado en una silla de plástico y seguía las instrucciones de sus otros dos compañeros.  Acompañándolo con el bajo se encontraba un hombre de piel canela, pelo negro y contextura musculosa.  Él sentado en uno de los amplificadores de donde salía el sonido del instrumento que tocaba, hacía la voz de John Lenon, en la canción de la famosa agrupación Los Beatles.  Y el tercer sujeto, quien interpretaba la segunda voz, estaba sentado en otro de los amplificadores, conduciéndolos con la guitarra eléctrica. Era él quien parecía ser el que lideraba el trío.  Con miradas, acentuaciones con la cabeza y risas esporádicas, se comunicaba con sus compañeros. Efectivamente era el líder de la banda y profesor de música de la Escuela Normal Superior Distrital María Montesori, quien acompañado de uno de sus estudiantes y el profesor de Educación Física del colegio gozaba de las terapias de la musicalización. 


“Hola, mucho gusto soy Gustavo González el profe de música” fue su saludo e introducción, con una sonrisa en su cara y un estrechón de manos.  Era el “famoso” Gustavo del cual hablaban todos los profesores, alumnos y  administración del plantel. Este reconocimiento y admiración, se lo ganó gracias a su arduo trabajo en el lenguaje de la música, lo cual originó el respeto y amor de los jóvenes estudiantes  por el ritmo y melodía. 
Su nombre completo, Gustavo González Palencia. Un hombre bajo de estatura, de contextura gruesa, pelo negro, ojos rasgados oscuros, cejas pobladas, las cuales lo hacen ver como un hombre de carácter fuerte, pero su sencillez natural y alegría la revelaba con sus carcajadas continuas.  Ese jueves, 31 de Marzo, vestía un jean negro, chaqueta negra y una camiseta con la fotografía del mismo artista del cual interpretaban la canción, John Lenon. 
Este opita de 33 años de edad fue reconocido por la revista Semana como uno de los personajes del año 2008.  La razón: fue ganador del Premio Compensar al Maestro en la máxima categoría, Gran Maestro, en aquel año. Este triunfo fue gracias a que creído en la sensibilización a partir de su proyecto lúdico, La Música como Expresión Lúdica, con el cual cinco mil niños de escasos recursos han entendido este lenguaje artístico y lo han utilizado como herramienta para escapar de la pobreza y violencia a los cuales están sujetos.   “En mi proyecto pedagógico no se discrimina a ningún niño, él mismo se autoevalúa, y es esa autoevaluación es la que vale para mí”  aseguró Gustavo. 
Realizó una licenciatura en Pedagogía musical, en la Universidad Pedagógica de Bogotá.  Terminada su carrera realizó una maestría de educación.  Desde ese entonces ha dedicado su vida a su proyecto pedagógico, el cual surgió de su amor por la docencia y la música. Sus manos vacías, y su alma llena de sueños, fueron su motor de inicio. 
Hace 15 años empezó su labor como docente en la Escuela Normal Superior Distrital María Montesori. A su llegada se encontró con una situación precaria para el lenguaje de la música. Un piano al cual sólo le servían tres teclas, dos cajas chinas en muy malas condiciones y unas cuantas guitarras sin cuerdas y desafinadas fue la realidad con la cual chocó en el año 1995. Pero lo anterior no fue un impedimento para que perseverara. Su proyección siguió en pie ya que su comienzo en la docencia fue en la primaria de un colegio de monjas, el cual fue el primer paso que dio para reconocer la importancia de establecer la música en el colegio del Estado. “Todos deben tener la oportunidad de tener música”  es la idea base con la cual decidió imponer su programa que estimula a los jóvenes para que persistan en alcanzar sus sueños, tal como lo hizo él.